TEMPORADA DE COSECHA

Por Cris Roots
En la mayor parte del territorio argentino la cosecha de las plantas de cannabis crecidas en exterior se realiza entre los meses de abril y mayo.
Las últimas semanas de floración son críticas para obtener una buena producción y no echar a perder largos meses de trabajo. En este artículo te damos nuestras mejores recomendaciones para la temporada de cosecha.
 
Planificación
 Lo primero que debemos conocer es el ciclo natural de una planta de cannabis. Es una planta anual por lo cual su ciclo se completa en menos de un año cronológico. Su semilla germina con los primeros calores de la primavera, luego la planta crece durante los días largos del verano y, cuando comienzan a acortarse las horas de luz diarias, aproximadamente a fines de febrero comienza su ciclo reproductivo que debe terminar antes del invierno para dejar las semillas del año siguiente. En la franja central de la república argentina la floración coincide con los meses de marzo y abril. Esto puede variar según las condiciones de luz donde se cultiven las plantas y la genética de las mismas, pudiendo extenderse hasta mediados o incluso finales de mayo.
 Sabiendo que durante abril posiblemente se pueda realizar la cosecha hay que tener un fino seguimiento de las condiciones meteorológicas para cosechar cuando las plantas estén suficientemente maduras pero antes de la temporada de lluvias que suele coincidir con el final del verano. Es preciso hacer un seguimiento diario del pronóstico de la siguiente semana mientras se prepara todo lo necesario para la cosecha: tiempo, equipamiento y espacio de secado.
Mientras las condiciones acompañen conviene dejar que la planta siga recibiendo horas de luz para engordar los cogollos hasta el punto en que la mayoría de sus tricomas lleguen a ponerse color ámbar y el engorde ya se haya detenido. Pero lo más importante es evitar varios días seguidos de lluvias intermitentes y alta humedad. El mayor enemigo en esta etapa del año es la pudrición en manos de hongos como el Botrytis o la proliferación de hongos no letales pero muy molestos como el Oidio. En ambos casos la alta humedad es un factor que predispone a la aparición de hongos por lo cual debemos evitar que nuestra planta se moje con las lluvias ya sea cosechando antes de que aparezcan o tapando nuestras plantas del agua durante las mismas. No sería raro que se deba sacrificar un poco de engorde para asegurar la cosecha exitosa cuando hay peligro de lluvias. El famoso dicho “más vale pájaro en mano que cien volar” aplica mejor que nunca.
Cosecha
La cosecha es el momento más feliz de cualquier cultivo. Representa la satisfacción de obtener un fruto del suelo; de haber creado algo prácticamente de la nada. Pero al mismo tiempo requiere tiempo de trabajo que muchas veces no es posible aplazar para después: se tiene que hacer en el punto justo. El proceso que recomendamos es retirar las hojas más grandes de la planta mientras está aún en pie, ya que es mucho más sencillo. Para determinar qué hojas cortar hay que mirar hacia el peciolo (ese pequeño tallito que conecta la hoja con el tallo de la planta). Si se llega a cortar fácilmente hay que cortarlo pero si la hoja sale del cogollo no hay que cortarla (eso se hará después). Una vez deshojada la planta puede proceder a cortarse en ramas para minimizar el espacio requerido para secarla o puede cortarse entera desde la base del tallo. En ambos casos lo ideal es colocarlas boca abajo en un lugar oscuro y relativamente seco durante al menos 7 días. Es muy importante que el lugar de secado sea pulcro. Lo peor que podemos hacer es colgar la planta en un lugar con alta humedad y/o mucho polvo. Queremos que el secado se lleve a cabo durante un tiempo que no sea menor a 7 días. No conviene un secado repentino ya que eso va a afectar la calidad organoléptica de nuestras flores. Las condiciones óptimas de secado son: 24° o menos de temperatura y 60% de humedad.
También es recomendable etiquetar cada planta cosechada para luego tener un seguimiento del producto final porque en una semana las plantas cambian mucho y ya no es fácil reconocerlas.
Manicura y curado
 
Si todo sale correctamente en aproximadamente 10 días tendremos flores secas listas para su proceso final. La manicura es el arte de extraer con tijeras las pequeñas hojas que rodean al cogollo: las hojas de azúcar. No recomendamos sacarlas hasta este momento por varias razones: protegen los delicados cálices llenos de terpenos que no queremos perder durante el secado, contienen resina con cannabinoides que podemos aprovechar si las recolectamos y son mucho más sencillas de cortar una vez que están secas. Este paso es recomendable hacerlo sobre una superficie limpia donde podamos recolectar fácilmente las pequeñas hojas que les sacamos a las flores.
Ese material sobrante puede macerarse en aceite de oliva y luego colarse para obtener una tintura o puede sacudirse sobre un tamiz para obtener el hash. Pero lo más importante son las flores, cuando ya estén manicuradas deben enfrascarse para que dejen de secarse y se estabilicen en un punto correcto de humedad. Los primeros días que las flores pasen en frasco debe abrirse al menos durante 10 minutos cada día para renovar el aire interior ya que tiende a tornarse viciado y húmedo.
Con 5 días de abrir el frasco ya debería haberse terminado de evaporar el exceso de humedad y las flores alcanzarán su perfil de terpenos definitivo. Esto es sencillo de determinar ya que una vez que abrimos el frasco no deberíamos oler a pasto recién cortado o vegetal verde. En ese punto puede guardarse el frasco a oscuras en un lugar fresco por todo el tiempo que se quiera. Las flores correctamente secadas y curadas pueden guardarse hasta dos años o más. Nuestra recomendación es que se consuman dentro de los 6 meses posteriores a la cosecha ya que conservarán mejor sus características. Es posible congelar las flores en una bolsa al vacío para que duren aún más.